Estoy feliz! Hoy di mi primera vuelta a una manzana yo sólo, bueno, tenía al lado a mi profesor de autoescuela, pero apenas si pisó los pedales, después de eso dí otras 4 vueltas más (ninguna de ellas de campana). La verdad es que pensaba que esto de conducir era mucho más facil, en cualquier caso estoy encantado con aprender algo nuevo, pues, después de clase, cuando marchaba al trabajo pensé en el tiempo que hacía que no aprendía nada nuevo, me refiero algo nuevo desde cero.
No se hasta que punto puede esto ser leído y comprendido por otras personas, aún así me comprometí a contar como sería esta experiencia y allí voy ahora mismo. Indicaros que en el momento en que escribo estas líneas soy sólo carne y sangre, estoy vacío por dentro, la droga me ha drenado de alimentos, mi mente está muy despierta y mis pensamientos son muy claros.
Llegue a la toma en “Molino de la Hoz” pasadas las diez y media de la noche, la toma no empezó hasta las doce y media. En la casa reinaba un aire ingenuo, infantil, me reconocí en terreno ajeno, pues la mentalidad de las personas que me acogía se encontraba en un lugar al que yo no tenía acceso. El salón donde se desarrollaría la experiencia era amplio, completamente ocupado por colchonetas, parecía el dormitorio de un gran hermano Hippy.
No conocí a Alberto Varela hasta momentos antes de la primera toma de Yaje, pase el tiempo jugando con los hijos de otras personas que estaban en la casa y conocí a María, que me explicó todo el proceso de creación de yaje.
El yaje es una liana amazónica, un tronco grueso y duro, conocido por los chamanes como el cordón del alma. Estos lo trituran y mezclan con otras hierbas, cada chamán tiene su propia receta con sus propios efectos. Tras unos 20 minutos de su ingesta (es como toma un chupito de fango espero y agrio) produce nauseas, vómitos y diarreas, que van acompañadas por sensaciones alucinógenas, introspectivas, visiones interiores, recuerdos atrofiados, epifanías y solución de conflictos internos.